Tú, gafapasta. Sí, el capullo de la segunda fila que no para de quejarse a gritos de que esto está lleno de tópicos y que todo parece una coña de mal gusto, ¿se puede saber qué cojones esperabas ver? Has pagado para ver una película cuya única premisa aparente es ofrecer hostias como panes, chistes pasados por humo y que encima está dirigida por un tío cuya única película conocida era "Project X". No seas mojigato, si esperabas el paradigma de la complejidad desde un punto de vista aristotélico el problema probablemente no sea de la película, sino tuyo. 


Dejando este tipo de cosas aparte y entrando ya en materia, "American Ultra" nos muestra la vida de un fumado cualquiera con problemas de ansiedad que vive con su novia y que, tras encontrarse con un par de matones en un aparcamiento, descubre que es un antiguo superagente capaz de cargarse a quien sea casi sin darse cuenta.



Con esto os podréis imaginar lo que promete la película: entretenimiento ligero con dosis de humor. Y seamos claros, cumple de sobra. Sí, podría intentar ser más consciente de lo que es y ceñirse a ello en vez de tocar demasiados palos para no brillar del todo en ninguno. También podría, ya puestos, intentar satirizar en su totalidad todos los tópicos que intenta tocar y no hacer que sean tan ridículos en el mal sentido de la expresión. Pero no nos equivoquemos, con sus virtudes y defectos, "American Ultra" se desenvuelve con soltura en un área dónde basta con hacer pasar un buen rato al espectador y hacerle reír siempre que sea posible, porque a veces, amigos míos, no se necesita nada más.




Con todo esto y unas interpretaciones protagonistas más que notables, "American Ultra" es una de las producciones más locas en lo que llevamos de año. Ha recibido palos hasta en el cielo de la boca y probablemente siga haciéndolo, pero miremos el lado positivo, mientras todos estos payasos que parece que cagan flores y sudan algodón de azúcar crucifiquen todo aquello que no entra en sus reducidas cabezas donde solo hay sitio para obras de arte, los demás seguiremos disfrutando, disfrutando tanto de aquello que os empeñáis en defenestrar y a nosotros consigue hacérnoslo pasar bien como se propone, como de aquello que alabáis ciegamente sin daros cuenta de que, aun siendo bueno, quizás no es un producto para cualquier momento. Lo peor es que si lo firmase Matthew Vaughn os bajaríais los pantalones. Panda de capullos pretenciosos.




Manuel Azaña González

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