La ganadora de la última edición de Sundance, llegaba este pasado viernes a la cartelera de los cines de toda España tras destrozar su título cambiándolo de Me and Earl and the Dying Girl a Yo, él y Raquel. Como su título original indica, la película trata sobre dos chicos que se hacen amigos de una chica a la que le han diagnosticado un cáncer terminal. Como regalo, los amigos deciden hacerle una película solo para ella.

Si algo destaca por encima del resto de cosas en esta película, es el cariño con el que están tratadas cada una de sus partes, denotando verdadero amor por el mundo al que rinde homenaje en cada uno de sus fotogramas. Con la banda sonora de Los 400 golpes y homenajes directos a films tan icónicos como La naranja mecánica o Al final de la escapada

Quizás pueda parecer que todo esto contrasta demasiado sobre el papel con el cinismo imperante en todo su metraje, digno de la mejor Juno, pero todo lo contrario, lo que consigue es reforzar todavía más el vínculo que el espectador  cinéfilo crea con esos personajes que aman el cine tanto o más que él. Cine dentro de cine en su vertiente más indie, comedia negra con alma y un drama que, si bien puede ser excesivo en ciertos momentos, está brillantemente medido y solo baila por la línea de lo forzadamente conmovedor.


Yo, él y Raquel es, sin lugar a dudas, una de los mejores largometrajes en lo que va de año y una de las mejores muestras de cine independiente de los últimos tiempos. Adolescentes reales con problemas propios de su edad viéndose forzados a madurar por una situación que todavía les es ajena. Una película que, aunque pase desapercibida y parezca ajena al mundo, como su joven protagonista, es más consciente y empática con todo lo que le rodea de lo que pueda parecer. Una conclusión arrolladoramente humana, un film simplemente especial.


Manuel Azaña González

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