No me canso de hablar de la maestría del señor David Simon, porque si hay alguien capaz de elevar el nivel televisivo un escalón más, es él. Con trabajos a sus espaldas como The Wire o Treme, ahora mismo podría hacer lo que quisiera, pero no cambia. Criticar temas que a día de hoy siguen a flor de piel como el racismo y la corrupción es lo que plasma en cada producto que lleva a cabo. Por lo que era cuestión de tiempo que adaptara esta historia, porque parece hecha para que él la realizara.

Show me a hero nos cuenta la vida de Nick Wasicsko, alcalde de Yorkers, una ciudad en principio con poco que contar. Pero con sus 6 episodios vemos que esto no es así. Mientras el pueblo pide que el gobierno elimine la normativa por la cual se ven obligados a construir viviendas sociales para los menos favorecidos, nuestro protagonista tendrá que hacer frente a los gobernados. Como ya hizo anteriormente, Simon nos vuelve a colocar en la contraposición de ambos mundos. Vemos de nuevo los bajos fondos de la ciudad, donde todo es crimen pero no todos criminales. Familias que solo buscan prosperar en un ambiente más sano, algo que no contentará a la parte mejor establecida de la sociedad, llena de personas clasistas que tendrán miedo de las nuevas incorporaciones a sus acomodados barrios. Gracias a esto podemos ver que no son los pobres los que tienen que cambiar, el mundo de la droga no concierne solo a los traficantes sino a todos los que se ven afectados por este. Los prejuicios son uno de los mayores virus que contamina la sociedad y su cura está en la aceptación. Algo que muchos de los protagonistas irán aprendiendo poco a poco.

Paul Haggis sabe llevar a un Oscar Isaac de la mano a una de sus mejores interpretaciones. Desde la felicidad en el inicio de la serie hasta la más profunda depresión por el abandono de aquellos que le dieron la mano en su momento al final; consigue plasmar a la perfección esa progresión hacia la caída inevitable forjada por un sistema contaminado. Porque no hay que olvidar que si la figura representada se fundamenta en el progreso que suponen sus ideas, estas ideas vienen causadas por el éxito entre los bajos fondos. Ideales que se verán destrozados y enterrados en aras del triunfo político. Todo es un bucle que se repite y que solo cambia según los votantes vayan cediendo. No consiste en que la gente con poder aporte valores éticos a la sociedad, sino en contentar al pueblo para poder llegar al ayuntamiento.

Es pues una muestra más de que la televisión no tiene límites. Que ganar dinero no es el único objetivo cuando se cuentan historias. Hay mundo después de los patrones que triunfan para quedarse y seguir facturando. Lástima que España aún no sepa apreciar esta edad que estamos viviendo, pero ya le llegará su momento. Porque son estos productos los que dejan su huella en la historia, y nosotros somos los que tenemos en nuestra mano agradecer el vivir en esta época.


Borja Tamayo Martínez

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