Cuando American Horror Story llegó a nuestras vidas hace ya más de cinco años, lo hizo por todo lo alto. Mediante personajes con más de dos caras y situaciones de lo más siniestras conseguían que la audiencia disfrutara de pasar un buen mal rato a la semana. Es más, cuando se estrenó su segunda temporada devoraba los episodios como si no existiera un mañana. Superaba con creces a su antecesora y proponía un nuevo estilo en la TV. Lástima que ese "mañana" en realidad si que existía. Si con Coven no había más que tramas adolescentes y en Freakshow no pudieron ni rozar el miedo, ahora con Hotel había una nieva oportunidad para enmendar las cosas. La verdad es que no tenía muchas esperanzas, y bien que hacía, porque los días de Assylum siguen estando muy lejos.

Uno de los temas que más dio que hablar en su momento fue la salida de Jessica Lange, primer punto a favor. No me malinterpretéis, me parece una gran actriz y es el toque de calidad de sus dos primeras partes, pero sus papeles se repetían. Otro nombre y trama, pero el mismo personaje. No podía aguantarlo más. 
Así que entró Lady Gaga en nuestras vidas. Un globo de oro muy lejos de ser merecido (no, no me gustó la segunda de True detective, pero McAdams le destroza por todos lados), es decir, no me he querido morir con sus dotes interpretativas, pero no está a la altura del premio ni de lejos. Se pasa la temporada medio desnuda haciendo de femme fatale. Ni miedo ni erótico. El que sí ha conseguido superarse es Evan Petters, de hecho es el único interés que puede tener la temporada.



El número de perversiones ideadas por episodio tiene un límite. Si con Murder house perturbaban con los bebés cosidos o la siniestra asistenta, aquí solo repugnan con sangre y sexo. No hay nada nuevo, es todo un refrito buscando desesperadamente llamar la atención. De hecho solo hay un episodio que merece la pena, donde se hace referencia constante al cine de los años 20 (digna de mención la aparición de Murnau y su inspiración para Nosferatu). No es la esencia de AHS, pero por lo menos está bien construido.
La trama pierde interés por momentos y los giros de guion son más trampa que otra cosa. Ni siquiera la intro que pueden ir dando pistas de por donde va a continuar la historia está conseguida. Por no hablar del último episodio que, sin entrar en detalles, supone un cierre por todo lo bajo.

Si sus dos anteriores entregas te gustaron, esta va a parecerte una obra maestra. Porque cierto es que supera el triste nivel que habían establecido (bajar de Coven es bastante difícil), pero ahí se queda. Hay momentos en los que es buena idea despedirse y hace años que perdieron la oportunidad de retirarse en la cresta de la ola. Ahora solo queda esperar que Ryan Murphy sepa asumir sus errores y cierre el negocio. Si algo deja de funcionar no va a reactivarse a base de tortazos, mejor dejarlo y volver con nuevos productos (siempre y cuando le dejen de producir cosas como Scream queens, claro).

Borja Tamayo Martínez

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