Hace ya tiempo que se anunció la expansión del universo X-Men a la televisión, más o menos a la vez que se confirmaba la primera temporada de Supergirl. Mis expectativas no podían estar más bajas, pero bueno, Hannibal y Fargo ya me habían demostrado antes que mi ojo no estaba muy bien puesto (luego Supergirl me lo recolocaba un poco). 

Vista la primera temporada, Legion ha demostrado no estar solo por encima de la media de las series de superhéores, sino por encima de la media de las series en general. Al igual que Bryan Fuller ha marcado un estilo en la TV y hay que estar pendiente de cada nuevo movimiento -ya queda menos para American Gods-, Noah Hawley se ha abierto un hueco en la plantilla de los grandes creadores de ficción televisiva. Tal como hizo en las dos entregas de Fargo, la construcción de los personajes cuenta con una gran inteligencia. Y es que la grandeza de Legion reside ahí, en lo estrafalario de su protagonista con un guion que nos lleva por la misma locura que él sufre. El ritmo es pausado cuando debe serlo e intenso cuando la trama lo requiere. El episodio piloto ya nos muestra la línea narrativa que va a seguir la serie, un personaje con una falsa esquizofrenia que necesita ayuda de otros mutantes, todo mezclado con conspiraciones gubernamentales. A simple vista no parece una propuesta muy diferente al universo cinematográfico que llevamos viendo desde hace más de una década. Pero no es así, conforme pasan los episodios vemos que esa misma perspectiva que tiene el protagonista es transmitida a la perfección. Hawley juega con la audiencia con una maestría abismal y no es hasta prácticamente la season finale cuando todo queda claro -tanto para nosotros como para los personajes-. Nosotros somos ellos.

Por otro lado, y aquí si es cuando el resto de las series superheroicas deberían quitarse la capa (que Netflix me perdone), tenemos la fotografía. Los efectos especiales no se basan en el ruido, las explosiones y edificios cayendo están totalmente fuera de la ecuación. Pero con unos planos cargados de belleza artística y la mezcla de colores perfectamente medida consiguen mucho más que la ejecución de cualquier plan de Magneto. 
Todo esto se añade a un estilo propio, algo de agradecer cuando la televisión americana no deja de lanzar propuestas repetidas maquilladas de novedad. Capaz de introducirnos un musical en el primer episodio o realizar la secuencia más bestia de la temporada en cine mudo. Tal vez no todo el mundo lo sabrá disfrutar pero para eso Marvel sigue salvando Agents of SHIELD.



Al igual que Netflix plantó su bandera en el gran universo de Disney, Legion ha marcado su territorio en lo que Fox no sabía como estirar más. La primera tanda de episodios ha servido como introducción de lo que está por venir, todas las tramas han quedado lo suficientemente cerradas como para no sentirme engañado por hacerme esperar un año, pero abiertas para que las próximas entregas lleguen con fuerza. Veremos que nos tiene preparado Bryan Singer con la segunda serie de este universo, algo que dudo pueda llegar mucho más lejos, pero como he expresado al principio del post, me he equivocado antes. 

Borja Tamayo Martínez

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